El mito de Esparta by César Fornis

El mito de Esparta by César Fornis

autor:César Fornis [Fornis, César]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Alianza Editorial
publicado: 2019-09-18T22:00:00+00:00


1 . Plu. Lyk. 21.3. 2 . Plu. Mor. 241C.

6. Otras aristas del mito: la impronta de Esparta en la literatura y el arte del siglo XVIII

Pero la atracción por Esparta y por los espartanos trasciende a la Ilustración propiamente dicha. Eximio representante del anticuarismo, el abate Jean-Jacques Barthélemy publicaba en 1788 sus ocho volúmenes del Viaje a Grecia del joven Anacarsis, titánica y erudita ficción histórica cuya redacción le había llevado prácticamente tres décadas y que había ambientado a mediados del siglo IV a. C. Narra el viaje pedagógico y de iniciación a la sabiduría de Anacarsis (supuesto descendiente del homónimo filósofo escita que aparece en Heródoto visitando la Grecia del siglo v ), quien recorre también Grecia desde 363 a 337 para conversar con los más prominentes filósofos, estadistas, militares, oradores, etc., y participar en las principales manifestaciones culturales helenas, como el teatro, los Juegos Olímpicos o los ritos mistéricos. En el capítulo 51 de este magnífico ejemplo de la literatura de viajes y de una cierta vulgarización de la erudición, se dice de Esparta: «Nunca, en ningún Estado se vio tan gran sumisión a las leyes, tanto desinterés, frugalidad, magnanimidad, valor y modestia»; como escita, habitante de la bárbara periferia helénica, es natural que Anacarsis se sienta más inclinado por la «salvaje» Esparta que por la «refinada» Atenas, aunque al final opte por regresar a su país.

El éxito de esta literatura «a la antigua» tiene algunos precedentes en Francia. En 1727 el Chevalier Ramsay había escrito, con notable acogida, Los viajes de Ciro, presentados como «una nueva Ciropedia», un viaje de iniciación a la filosofía, a la moral y a la religión (semejante en buena medida a Las aventuras de Telémaco de su admirado Fénelon) en el que el rey persa, como parte del proceso formativo que hará de él un gran gobernante, recorre distintos escenarios del mundo antiguo (Persia, Grecia, Egipto, Palestina, etc.) para mantener encuentros y conversaciones imaginadas con sabios de varias culturas; en la Grecia del siglo VI a. C. tendrá la oportunidad de aprender de Periandro, de Solón, de Anaximandro, de Pitágoras y del éforo espartano Quilón, quien le detallará la legislación de Licurgo.

En poesía, Ponce-Denis Écouchard-Lebrun, conocido como «Lebrun Píndaro», se transmuta en Tirteo al comienzo de su oda A los franceses (publicada póstumamente en 1811), con la que intenta enardecer a los derrotados soldados franceses de Luis XV, tiempo antes de poner sus patrióticos versos al servicio de la Revolución:

¡Oh Mesenia!, tiembla, Esparta no está aún domada;

le queda mi lira, que inflama los corazones.

Tú lo decías: tu lira ¡oh sublime Tirteo!

alumbra vencedores [...]

Volved ¡oh mis hijos, con o sin vuestras armas!

Así la Esparta guerrera enseñó a sus hijos,

contenta de verlos, al término de las zozobras,

o muertos o triunfantes.

En cuanto al teatro, en el siglo de las Luces se seguirán cultivando las obras de temática y ambientes espartanos ya frecuentes en el XVII , cuando la imagen que se difunde de Esparta –con mayor o menor apego a una realidad histórica que



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